PUNTO DE FUGA

"Solo en el espejo de otra vida semejante a la mía adquiero la certidumbre de mi realidad"
María Zambrano


Le dije a mi madre que creía que él era el hombre que más me convenía para casarme. Era todo lo bueno que se puede esperar, trabajaba y no bebía, miraba callado el discurrir de los días y a veces me sentía querida. Y es que ya era tarde para mí; si seguía esperando no me querría nadie.Ella me dijo que desde ahora en adelante tendría que dejar de usar tacones; aun con zapato plano yo era más mujer que él y eso no podía ser, debería disimularlo como fuera si no quería tener problemas para siempre.Sin pensarlo me bajé de todos mis zapatos de tacón y los guardé en el trastero para el recuerdo.
Anduve a ras del suelo y a su lado varias décadas, vi crecer a mi hija espléndida en altura como yo.El día que ella se casó con un chico de su nivel, quise ponerme mis tacones y soñar. Busqué en mi memoria y elegí los que armonizaban con mi vestido.Subí a ellos y el mundo me pareció pequeño, di unos pasos dentro de mi casa y el vértigo me paralizó. Lo intenté de nuevo, practiqué día y noche; subida a mi otero de piel gastada desde que amanecía, fui ganando seguridad.Salí a la calle erguida y señera; tuve otras vistas, otros parámetros para observar, para medir, para decidir. Miré a los ojos de la gente y no a sus barbillas, a las ramas vivaces de los árboles y no a sus invariables troncos.

Los balcones iluminados me eran más cercanos que los zaguanes ensombrecidos. Había olvidado ese paisaje, ¡hacía tanto tiempo que no caminaba desde arriba!Mi madre, una ancianita encorvada por el peso de los años y la tradición, me reprochó haber dejado a mi marido en semejante lugar el día de la boda de su única hija, bastante tenía con que la niña no le hubiera salido a él, me recordó.Después de un largo paseo reconfortante volví a casa, me esperaba allí el hombre que me había convenido tanto tiempo, sentado frente al televisor. Lo vi más pequeño que nunca, me miró y calló, como siempre. Me bajé de mis zapatos y habló sólo para decirme que había tirado todos los trastos antiguos de mi desván.Volví a calzarme con los únicos zapatos de tacón que me quedaron, salí de la casa que me empequeñeció y no regresé nunca más a esos recuerdos.


Publicado en CUÁNTO CUENTO Ed. Acumán